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Ataque de pánico

Ataques de pánico, sus causas, síntomas y cómo actuar cuando suceden

Los ataques de pánico también llamados ataques de ansiedad son períodos en los que el individuo sufre de manera súbita un intenso miedo o temor. Estos períodos pueden durar unos pocos minutos y, a veces, horas (en el menor de los casos).

La persona sin razón aparente comienza a sentir miedo, angustia y sensaciones corporales incómodas que producen temor extremo, como por ejemplo taquicardia, sudoración, cosquilleo en las extremidades, dificultad respiratoria (disnea), mareos, temblores, etc. Generalmente estos ataques se presentan repentinamente y alcanzan su máxima intensidad, en promedio, a los 10 minutos.

En la mayoría de los casos y sobre todo las primeras veces, quien lo padece no sabe lo que le está ocurriendo, y no lo comprende por lo que el temor aumenta. El desencadenante de esta crisis suele no estar claro, por lo menos de forma consciente, para quien lo sufre y, en ocasiones, nunca se llega a saber porqué sucede. Otras veces el motivo puede hacerse evidente días más tarde. Este desconocimiento le genera al individuo más miedo e incertidumbre creando así un círculo vicioso.
La persona que lo padece se siente incapaz de escapar de "aquello que le sucede" por lo que entra en pánico, que se acrecienta más aún al desconocer el origen o la causa del mismo. La reacción de querer escapar surge como reacción defensiva ante la situación vivida percibida como peligrosa, y como la persona se da cuenta de que no puede escapar de sí mismo, esto lo aterroriza convirtiendo esta situación en un nuevo detonante del pánico.
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Cómo empieza

Como lo explicamos anteriormente cuando nuestro cerebro percibe un peligro, automáticamente dispara una respuesta de alarma preparando al organismo para huir de la amenaza o para hacerle frente luchando para salvar nuestra vida. La función de alarma produce un aumento de actividad de diversas funciones corporales que hacen, entre otras cosas, que la sangre se concentre principalmente en las piernas para tener suficiente energía para salir corriendo y escapar. El corazón comienza a trabajar a una velocidad mayor que la habitual, y el organismo lleva adrenalina a todo el cuerpo. Las funciones no esenciales en el cuerpo, se detienen para dar prioridad a la huida o al escape.
Como decíamos antes, la mayoría de las personas no pueden relacionar esta reacción a ningún motivo o razón aparentes. De modo imprevisto, su mente se llena de imágenes catastróficas que acentúan los síntomas iniciales y el individuo se siente aún más asustado, con lo cual el sistema de alarma vuelve a reaccionar, dando inicio a un círculo vicioso que paraliza a la persona, como vemos a continuación:


Síntomas

Durante el ataque de pánico se producen síntomas físicos muy intensos y desagradables: súbita hipertensión arterial, taquicardia o palpitaciones, dificultad para respirar (disnea), hiperventilación, temblores, mareos, inestabilidad, sudoración, vómitos, náuseas, etc. 
Generalmente, también puede acompañar a la crisis de pánico, una despersonalización o desrrealización (percepción de irrealidad) y de no reconocimiento del entorno, como también sensación de pérdida de control o ganas de salir corriendo.


Los ataques de pánico no duran mucho más que unos minutos, o en ocasiones, se puede prolongar un poco más, pero son tan intensos que la persona que los padece los percibe como muy prolongados. Muchas veces sucede que el individuo siente que está en peligro de muerte inminente y tiene la necesidad urgente de escapar del lugar o de la situación en que se encuentra, pero cuando como se da cuenta de que no puede escapar "físicamente" de aquello, ésto le agudiza los síntomas de pánico y la persona se aterroriza ante lo que pueda pasarle.


Lo más importante es que, aunque se desconozca el detonante o causal del ataque de ansiedad, el peligro que nuestra mente percibe no es real. Es decir, no existe realmente una amenaza física, en verdad nos encontramos a salvo.
 
Y aunque los ataques de pánico pueden ser muy intensos y desagradables hay que recordar que no nos causarán la muerte. Hay que entender que lo que nos sucede es una respuesta del cerebro a una amenaza inexistente, que se produce por ansiedad desmedida. Debemos tranquilizarnos, relajarnos, respirar por la nariz despacio e intentar no tomar bocanadas de aire. Es normal que uno se asuste por todos los síntomas que experimenta, pero al reconocer que no hay peligro real que nos aceche, nos tranquilizaremos y podremos controlar la crisis de ansiedad, y así calmarnos poco a poco, dejando simplemente que pase, pues pasará.

Puede que la mayoría de los síntomas te sean familiares, pero quizás desconozcas alguno de ellos o cómo actúan. Mencionaré y explicaré dos de ellos:

Hiperventilación  

La hiperventilación se produce, porque durante el estado de alerta, se altera el ritmo respiratorio debido al miedo. La respiración se vuelve rápida y superficial. Como no hay un peligro real con el que enfrentarse, el cuerpo no consume la energía para la que se ha preparado, y entonces puede producirse una respiración a un ritmo superior al requerido. Esta respiración nos hace sentir ahogo, como si no nos llegase aire a los pulmones, o como si el aire que tomamos al inspirar no fuera suficiente, cuando en realidad, sucede todo lo contrario. 

La excesiva respiración produce bajos niveles de dióxido de carbono (CO2) en la sangre y alto niveles de oxígeno (O2) que producen muchos de los síntomas que la persona siente durante la crisis.
 
Cuando hiperventilamos, el equilibrio entre el O2 y el CO2 se rompe, y por lo tanto, estos niveles en la sangre se alteran de tal manera que hacen que las cantidades de CO2 en sangre también disminuyan. 
Cuando el cerebro detecta la falta de CO2 en la sangre, inmediatamente tratará de solucionarlo inspirando más aire, lo que en realidad empeora el estado porque eso sólo hará disminuir más el CO2. Por lo tanto lo más aconsejable para detener la hiperventilación es reducir el impulso de tomar aire. Hay que intentar tomar cantidades menores de aire en cada inspiración.

Esto al principio puede ser difícil, pero puede lograrse respirando siempre por la nariz (nunca por la boca) dentro de una bolsa de papel, o tapando uno de los orificios nasales para disminuir la cantidad de aire que tomamos en casa inhalación.

Despersonalización


La despersonalización es una alteración de la percepción de uno mismo, de tal manera que uno se siente ajeno a los procesos mentales propios o, separado del cuerpo como si uno fuese un observador externo. El mundo a su alrededor parece irreal o desconocido.

Durante este estado de despersonalización o desrrealización usted puede sentir como si:
- Viera a través de un velo
- Tuviese los sentidos obnubilados
- Se se percibiese aislado o distante del entorno
- Se sintiese como en un sueño
- Se percibiese fuera del cuerpo 
- Se viese a sí mismo como un observador externo

Esta condición es provocada por la ansiedad extrema, como factor desencadenante del pánico, ya que altera la forma en que el cerebro procesa las señales nerviosas causando dichos síntomas.

Cómo actuar ante un ataque de pánico

Para detener un ataque de pánico hay que parar el "mensaje de emergencia" que están recibiendo nuestras glándulas suprarrenales. Estas glándulas, al percibir una amenaza, producen la adrenalina que se disemina por todo el cuerpo causando los síntomas del pánico, entre ellos la hiperventilación.

Una vez que uno entiende cómo funciona este proceso y qué debe hacer ante un ataque de pánico, contará con las herramientas para saber cómo enfrentarlo y cómo detenerlo.
 
 
Para detener el "mensaje de emergencia" que percibe nuestro cerebro, hay que seguir una serie de pasos que nos ayudarán a lograrlo. Anotar estos pasos en una tarjeta, que llevemos con nosotros y que podamos consultar en caso de sufrir una crisis de pánico, será de gran utilidad para nosotros porque, si bien ahora parece que podremos recordarlos, tal vez bajo tensión no podamos hacerlo tan fácilmente.
Nota: De ser posible, es aconsejable estudiar estos pasos para tenerlos aprendidos con anticipación.

Pasos a seguir:
 
1.  Reconocer que no existe peligro o amenaza real, lo que nos está ocurriendo es sólo un ataque de ansiedad. Debemos asumir que aunque experimentemos síntomas desagradables, éstos no son peligrosos. No hay motivo para preocuparse, tan sólo tenemos que esperar a que pasen.


2.  Relajarse.  Respire honda y lentamente, y saque el aire aún más despacio.  Respiraciones completas relajarán su cuerpo permitiendo que el exceso de adrenalina recorra  su cuerpo y se nivele.

3. Contrarrestar la hiperventilación. Al respirar lenta y profundamente usted podrá contrarrestar la hiperventilación logrando volver a equilibrar los niveles de CO2 y O2 en su sangre. Para poder lograr disminuir el ritmo de su respiración y aumentar la profundidad de la misma , puede emplear distintas técnicas, como la respiración diafragmática, taparse uno de los orificios nasales disminuyendo el caudal de aire al inhalar, o fruncir los labios y respirar por la boca como si apagásemos una vela.
Otra forma para aumentar la cantidad de CO2 en nuestro organismo, es colocando una bolsa de papel delante de nuestra nariz y boca, abarcándolas, y respirar dentro de ella. Poco a poco nos iremos tranquilizando. Cuando nos sintamos mejor, dejemos la bolsa a un lado y probemos de respirar normalmente para no aumentar demasiado el nivel de dióxido de carbono en el cuerpo.

4. Evitar todo pensamiento negativo. Cuando detecte que está pensando de forma catastrófica o pesimista, haga esos pensamientos a un lado, desestímelos por completo, ya que éstos sólo aumentan el miedo exagerando lo que sucede, pues el peligro no es real. 

5. Usar frases tranquilizadoras. Hay que reemplazar todo pensamiento negativo con frases positivas. Hacer esto interrumpirá el ciclo de miedo creado por los pensamientos catastróficos.
Frases positivas que ayuden a controlar la situación pueden ser:
- "Solo me está dando un ataque de pánico. Se pasará pronto."
- "Los síntomas que siento son producidos por el miedo que me genera una reacción desmedida. No hay peligro real, estoy a salvo."
- "He pasado otras veces por esto y sé que pasará de nuevo, no es grave ni peligroso"
- "Nada malo me sucede, es sólo temor infundado, todo esta bien".

6. Distraerse desviando nuestra atención de nosotros mismos y concentrándonos en el exterior (enfocarnos en aquello que estemos viendo, escuchando o tocando) o realizando algún tipo de actividad que nos haga cambiar el foco de nuestra atención (hablar con alguien, imaginar una escena agradable, tararear nuestra canción favorita, leer un libro, escuchar música, hacer planes para el día, etc.).











7.  Aceptar nuestras emociones nos ayudará a identificar qué estamos sintiendo. Intente encontrar la razón por la cual la siente así. La mayoría de las veces la causa es el miedo, pero no sabemos porqué surge o a qué está asociado. Sino puede encontrar el origen del miedo no se preocupe, sólo mantenga sus emociones en proporción a la situación, conservando todo en perspectiva.

Consejo: Anote los pensamientos que le causan pánico en una tarjeta y luego en otra tarjeta las frases tranquilizadoras que podrá necesitar cuando le esté dando un ataque de pánico, así tendrá a mano herramientas para poder afrontar mejor la crisis.



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